Hace aproximadamente 30 años los sistemas operativos y programas necesarios para la funcionalidad de una computadora venían en disquetes que después fueron reemplazados por discos compactos. Aunque actualmente todavía se utilicen, ha empezado a surgir una tendencia para descargar estos programas y dejarlos en su versión digital que, igual a sus precursores, toman espacio en el disco duro de su computadora al instalarlos.
No obstante, ya estamos en el siguiente paso de la evolución de los programas y aplicaciones digitales adonde tener el programa en su computadora se ha vuelto innecesario. Sea que estemos hablando de aplicaciones para chequear su correo, producir presentaciones multimedia o escribir documentos extensos, todas estas se pueden encontrar fácilmente en Internet y sin ningún proceso de instalación requerido.
Estos programas en línea son conocidos como aplicaciones web y el hecho de que funcionen a través de la nube no significa en lo absoluto que comprometan el nivel de calidad y las opciones que brindan las aplicaciones tradicionales. Al contrario, su naturaleza etérea abre el paso a muchas funcionalidades y propiedades que les da a las aplicaciones web, una ventaja por encima de las tradicionales.
Como todo el contenido producido en estas aplicaciones se guarda en bases de datos remotas y el espacio no es ningún limitante, esto quiere decir que todos los documentos se pueden acceder instantáneamente e indiferentemente de adonde se realice, incluyendo el acceso desde los dispositivos móviles y posición geográfica. A la vez, esto significa que se da una independencia del sistema operativo que se use, o sea, si se empezó a redactar un documento en una Windows bien se puede continuar en una Mac o Linux. Adicionalmente, si fuera el caso, se puede crear un documento donde varios usuarios tengan acceso a este y puedan verlo y/o editarlo como gusten, fomentando la colaboración y el trabajo en equipo.
Además de esta inmediatez y compatibilidad, cada actualización que se vaya a implementar en estas aplicaciones se hace consistentemente en línea sin pedir permisos a los usuarios ni necesitar que exista un usuario administrador en la computadora. Igualmente, las versiones nuevas de cada aplicación se vuelven disponibles al instante que se abran al público lo que se traduce, en términos económicos, a grandes ahorros de hardware y software.
Si estas aplicaciones web son tan flexibles, inmediatas y fáciles de usar, ¿cuál es el gran “pero” que se está evitando discutir?
Lo que hace a estas aplicaciones web tan útiles e innovadoras es lo que las hace tan frágiles y vulnerables, esto siendo su total dependencia de una conexión a Internet. La velocidad de Internet que se tenga, por ejemplo, se verá reflejada en el rendimiento de la aplicación, o sea, si se tiene una velocidad lenta, la aplicación tendrá la misma lentitud. Lógicamente, en la ausencia de Internet es casi imposible utilizar estas aplicaciones lo que causa un gran problema al momento de estar fuera del rango de una red de Internet a que conectarse. Digo “casi imposible” porque hay aplicaciones “web” que funcionan fuera de línea pero en realidad, por definición, paran de ser aplicaciones web ya que se instalan en el dispositivo que se use.
A pesar de su dependencia de Internet, las aplicaciones web han demostrado ser herramientas muy poderosas en cuanto a la productividad en línea, la colaboración de usuarios, su facilidad de uso y todo esto por un costo mucho más bajo que los programas tradicionales. Aunque exista esa necesidad de estar en línea para operar, las ventajas y beneficios que ofrecen a sus usuarios, definitivamente, superan este factor y más aún en un mundo donde la estabilidad de Internet cada día se vuelve más y más solida.
Nuria Mesalles
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