A los 15 años Carlos Rubén sufrió un golpe mientras practicaba rugby que le provocó desprendimiento de retina, tras una mala praxis médica queda ciego. Su vista se apagó pero inició el proceso de encender su visión hacia una vida distinta.
Tras quedar ciego, Rubén inició una nueva vida. Con la ayuda de la Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE), aprendió a leer en braille, a caminar con su bastón y valerse por sí mismo. A finales de los años 80s obtuvo su primer trabajo en una empresa de tecnología y al poco tiempo se involucró en la creación del Grupo Empresarial Fundosa, un proyecto de la ONCE que actualmente agrupa empresas que emplean a más de 60.000 trabajadores de los cuales el 60% tiene algún tipo de discapacidad. Actualmente Carlos es el Presidente del Grupo.
En el año 2006 con el objetivo de replicar el modelo de Fundosa en distintos países de latinoamérica. Carlos crea el Grupo Golu que hoy opera en nueve países, desarrollando entre otras cosas proyectos de energías renovables, eficiencia energética, planes de accesibilidad, asesoría en ejecución de planes de responsabilidad social empresarial, al mismo tiempo que busca desarrollar oportunidades de empleo de calidad para las personas con discapacidad.
Su experiencia empresarial lo llevó a encontrar una de sus pasiones: asesor a empresas en el desarrollo de políticas sociales y proyectos inclusivos. De hecho eso fue lo que lo trajo a Costa Rica, Carlos estaba de visita en el país como parte de su trabajado de acompañamiento al BAC San José, entidad que actualmente empleo 57 personas con discapacidad en Costa Rica.
Sin embargo, ser asesor lo ha enfrentado a la realidad sobre lo que las empresas perciben en torno a los temas de inclusión: que son solo proyectos para ayudar a los pobrecitos. ¨Me molesta es que las empresas me dicen bueno como es un tema social y usted tiene una discapacidad usted nos lo hará la colaboración gratis. Las empresas no entienden que yo voy a la escuela de mis hijos y aunque sea ciego tengo que pagar¨ comentó Rubén.
Y es que el trabajo de Carlos no es una guía de posibles proyectos inclusivos. Su trabajo va más allá y se fundamenta en la rentabilidad social y económica. Carlos es empresario y entiende muy bien que todo proyecto implica inversión en tiempo y dinero y debe ofrecer un retorno. ¨Uno de los errores que cometen muchas empresas es pensar que en lo social la buena voluntad es suficiente. La buena voluntad siempre es bienvenida pero se necesita un requerimiento técnico y metodología¨.
Al igual que en otros proyectos, las iniciativas inclusivas requieren de objetivos, metas, indicadores y mucha medición. Pero sobre todo demandan un cambio a lo interno de la organización y la disposición a destinar recursos para obtener una rentabilidad social.
Los errores más comunes de las empresas
Para Carlos, uno de los errores más comunes de las empresas es pensar que la filantropía es la única fórmula en la que pueden transformar la sociedad desde su negocio. ¨La filantropía es algo maravilloso pero no es lo único es un recurso¨ dijo el español.
Otras empresas piensan que incluir a una persona con discapacidad en un puesto con tareas básicas es suficiente, sin embargo sin metodología los resultados de esta iniciativa usualmente no son positivos.
¨Incorporar personas en la planilla es mucho más que cumplir la ley, se trata de incorporar puntos de vista diferentes, de transformar sus minusvalías en plusvalías. En el BAC en Guatemala los tres mejores vendedores de tarjetas de crédito son los compañeros ciegos¨ comentó Carlos.
Para el español se trata de llevar innovación social a los proyectos y esto se resume en aprender a ver, pensar y actuar diferente. Ver más allá de las limitaciones para transformarlas en potencialidades que pueden ser oportunidades de negocio.
