Los niños con Síndrome del Emperador son intolerantes a un “no”, que pronuncian en escasas ocasiones sus padres, tampoco son educados, ni empáticos, les cuesta manifestar correctamente sus emociones.
La actitud con los padres es distante, y se muestran consentidores con ellos para evitar situaciones de tensión en casa.
Niños con más riesgo para ser emperadores
Ciertos factores influyen o inclinan la balanza hacia la aparición de conductas tiránicas en los hijos, como el hecho de que sea hijo único, con padres que tienen poco tiempo para ellos, quienes tiendan a compensar con aspectos materiales (caprichos, juguetes) situaciones como dedicarles la escasa calidad de tiempo para dedicarle.
“Un niño con varios hermanos tiene que compartir tiempo, espacio y recursos familiares, por lo que resulta más improbable que se convierta en un pequeño tirano que exija toda la atención. El Síndrome del emperador es más frecuente en varones, porque por regla general, a las niñas se les inculcan valores más relacionados con la empatía”, explica la psicóloga, Carla Valverde.
¿Cómo se fabrica un niño con Síndrome del emperador?
Las conductas de los padres con sus hijos, que influyen para que aparezca el pequeño tirano que los niños llevan dentro son, según la psicóloga.
La excesiva permisividad de padres con sentimiento de culpabilidad que les genera con consentir todos los caprichos de los niños.
La ausencia de límites y normas para evitar enfrentamientos con el niño, que adopta una conducta agresiva y violenta, que se proyecta no solo con los padres sino también con los abuelos, los tíos, cuidadores y hasta profesores u otros niños.
Incoherencia a la hora de trasladar al niño ciertas normas y falta de acuerdo entre los progenitores a la hora de mantenerlas, como recoger todos los días su habitación.
Consumo de alcohol y/o drogas en el entorno social cercano del niño, que genera inestabilidad emocional.
Cómo prevenir niños emperadores en casa
La presencia de normas y límites desde temprana edad. De esta manera, con tareas y obligaciones sencillas y acordes a su edad, como poner la mesa y recogerla a la hora de comer todos días, se fomenta la autonomía y responsabilidad en los niños, que se traduce en el desarrollo de conductas sociales adecuadas. Algunos límites deben ser innegociables, como nunca insultar.
Tolerancia cero con la violencia, tanto psicológica como física.
Fomentar el desarrollo de la empatía para que el niño aprenda a ponerse en el lugar del otro y entienda las emociones propias y ajenas.
Enseñar, promover y premiar el valor del esfuerzo, de manera independiente a los resultados que consiga el niño, para así ayudar a que tolere las situaciones de frustración.
Predicar con el ejemplo por parte de los progenitores, porque son el modelo de conducta para sus hijos. Es aconsejable que los padres gestionen de manera adecuada los sentimientos de culpabilidad por los momentos de ausencia y traducirlo en tiempo de calidad.
Favorecer una comunicación adecuada (sin gritos ni amenazas, respetando el turno de palabra y con tono de voz adecuado), practicar la escucha activa (estar presente y consciente a la hora de comunicarnos con otras personas).
Pedir ayuda a expertos del ámbito escolar y sanitario si los padres tienen serias dificultades para reconducir la situación. Una vez que el niño se ha convertido en un pequeño emperador tiránico se puede desandar el camino que ha llevado a ese punto, de manera paulatina. Introducir normas y límites y evitar mensajes como, eres un caprichoso y un egoísta, que dañan la autoestima de los niños. El objetivo es modificar la conducta de los pequeños, para que aprenda a gestionar sus pensamientos, emociones y frustraciones con el fin de ser feliz consigo mismo y con
Heilyn Gomez
Editora de contenido digital de la Revista EKA. Periodista. Asesora de comunicación y estudiante de derecho.