¿Es posible tenerlo todo? Esta pregunta nos la hacemos a menudo, y existen distintas posiciones. Yo soy de las que creo que sí podemos tenerlo todo, eso sí, una vez tengamos claro qué significa “todo” para nosotras y cuando estemos seguras de que ese “todo” es lo queremos realmente.
A nosotras las mujeres, por la socialización que atravesamos, nos han hecho creer que debemos escoger entre una vida familiar y una vida laboral. Esto, porque hemos sido criadas principalmente para ser las cuidadoras del hogar, bajo la premisa que si decidimos salir a trabajar fuera del hogar, tenemos el deber y responsabilidad de hacer ambas cosas. Paradójicamente, como al hombre se le ha criado para ser el único proveedor del hogar, se le exime del cuido del mismo por lo que su jornada laboral termina cuando acaba su trabajo, mientras en nuestro caso, hemos completado apenas la mitad de lo que se espera que hagamos.
Es por esto que muchas mujeres se sienten culpables de querer trabajar fuera del hogar, pero además sienten culpa al no poder cumplir con el otro rol asignado, de ahí que se piensa que no se puede tenerlo todo. Lo triste del caso es que difícilmente este dilema lo tengan los hombres, ya que la mayoría de ellos sí sienten que tienen todo, entendido todo como un trabajo estable, familia, hijos y tiempo para ellos.
La diferencia se da en las exigencias que tenemos nosotras hacia nosotras mismas, cosa que claramente no tienen ellos. En el caso del hombre, mientras el provea económicamente, ha cumplido su rol. En el caso de la mujer, esto va más allá: cuidar a la familia, asegurarse que todos estén bien, que los niños hagan la tarea, que el esposo haya comido, que la casa esté limpia, que los papás hayan ido al doctor, que su amiga se haya arreglado con el novio, tratar de estudiar -ojalá una maestría-, tener un buen trabajo, caerle bien a los compañeros, hacerlo todo perfecto para que no crean que soy tonta, verme bien, tener buen cuerpo o aparentarlo, tener buena presencia y mientras hago todo esto recordarme sonreír y sentirme contenta con todas estas exigencias. Reconozco que esta historia es un poco exagerada, pero, ¡Con un poco de humor, creo que he explicado mi punto!
Entonces, ¿Cómo podemos tenerlo todo?
Primer paso: dejar de lado las exigencias de la sociedad. Ni el hombre tiene que ser el proveedor único, ni la mujer la eterna cuidadora. Tenemos que liberarnos de esos roles tan estereotipados que buscan definir qué es lo que debe hacer una mujer y qué debe hacer un hombre. Segundo: atrevámonos a definir por nosotras mismas lo que nosotras queremos ser y hacerlo según nuestras reglas. Sólo requiere que tengamos la valentía de reconocerlo y el coraje de buscarlo. Y finalmente, tenerlo todo es posible, si logramos entender que no se debe hacer todo perfecto, y que tampoco es una división matemática perfecta. Hoy puede ser que haya dedicado más tiempo al trabajo, mañana al deporte, el viernes por la noche a mis amigas y el fin de semana a mi familia.
Si es posible tenerlo todo, ¿Te atreves a intentarlo?
Adriana Álvarez
Empresaria y coach de mujeres
[email protected]